Friday, May 18, 2007

La entrada, a sólo 6 dólares




Estaban cansados de la guerra en Vietnam, la retórica vacía de los políticos, el racismo, la Iglesia que prohibía, las familias y las ciudades que los obligaban a pertenecer a la sociedad sin creer en sus valores. El balance de Woodstock'69: decenas de nuevos amigos, innumerables experiencias extraordinarias y al borde de lo legal, dos muertes -una sobredosis y un joven, casualmente atropellado por un tractor mientras dormía- y dos nacimientos.

Lo llamaron "La nación Woodstock" y no iban mal encaminados viendo que casi 40 años después haya mucha gente a la que le facine, se identifique y esté deacuerdo en afirmar que fue un estado de la situación musical tan importante como el resto de decisiones políticas que afectan a nuestras vidas. Sentirse Woodstock es como el patriotismo, algo indefinible que te sale de dentro, el amor a lo intangible, al todo que engloba lo que es la cultura que te representa.

'Tres días de paz y música' prometía el cartel, diseñado por Arnold Skolnik, y no mentía. Muchos de los que actuaron aquel agosto se convirtieron en leyendas musicales: Creedence Clearwater Revival, Jefferson Airplane, The Who, Blood, Sweat & Tears, The Grateful Dead, Ravi Shankar o el jovencísimo y casi desconocido entonces Joe Cocker.


Jimi Hendrix, el divo. Era capaz de crear música como ninguno, tocaba la guitarra hasta con la lengua y se murió en 1970, a los 27 años y en el auge de su fama, por una sobredosis de heroína. Fue él quien cerró Woodstock, con la interpretación de 16 hitos, como 'Foxy Lady', 'Voodoo Child' y 'Message To Love'. La blanca 'Fender Stratocaster', el objeto fetiche que dejó Hendrix, fue vendida en 1990 por unos 280.000 euros.

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